El agua es un recurso vital para la vida y el desarrollo humano, pero también es un recurso escaso y vulnerable, que se enfrenta a múltiples amenazas como la sobreexplotación, la contaminación y el cambio climático.
Según la ONU, el 40% de la población mundial sufre de escasez de agua, y se estima que para 2025, el 63% de la población mundial vivirá en áreas con escasez de agua.
La sequía es uno de los fenómenos más devastadores que afectan al agua, ya que reduce su disponibilidad y calidad, y genera graves consecuencias para la salud, la seguridad alimentaria, la economía y el medio ambiente.
Queremos despertar la conciencia sobre la situación de sequía extrema que enfrentan muchas zonas del mundo, y en particular, México, que es uno de los países más vulnerables al estrés hídrico.
También queremos compartir algunas medidas y recomendaciones que se pueden tomar para mitigar y adaptarse a este desafío.
¿Qué es la sequía y cómo se mide?
La sequía se define como un período prolongado de tiempo seco, que puede durar desde meses hasta años, en el que la precipitación es inferior al promedio esperado para una región o cuenca hidrológica, lo que provoca un déficit de agua que afecta a los recursos hídricos superficiales y subterráneos, así como a la vegetación y la producción agrícola.
La sequía se puede clasificar en cuatro tipos, según el aspecto que se vea afectado:
– Sequía meteorológica: se refiere a la falta de lluvia o nieve en una zona durante un período determinado, que puede variar según el clima y la estación del año.
– Sequía hidrológica: se refiere a la disminución del caudal y el nivel de los ríos, lagos, embalses y acuíferos, debido a la falta de precipitación o a la evaporación excesiva.
– Sequía agrícola: se refiere a la pérdida de humedad del suelo y de la capacidad de las plantas para crecer y producir, debido a la falta de lluvia o de riego.
– Sequía socioeconómica: se refiere a los efectos negativos de la sequía sobre la población y las actividades humanas, como la escasez de agua potable y de riego, la reducción de la producción y la calidad de los alimentos, el aumento de los precios y la pobreza, la propagación de enfermedades y la migración forzada.
Para medir la sequía se utilizan diversos índices que combinan variables como la precipitación, la temperatura, la evaporación, la humedad del suelo, el caudal de los ríos, el nivel de los embalses y el consumo de agua. Algunos de los índices más usados son el Índice de Precipitación Estandarizada (SPI), el Índice de Severidad de la Sequía de Palmer (PDSI), el Índice de Humedad del Suelo (SMI) y el Índice de Estrés Hídrico.
Estos índices permiten clasificar la sequía en diferentes categorías, según su intensidad y duración, que van desde la sequía normal o leve, hasta la sequía extrema o excepcional.
¿Qué zonas del mundo enfrentan sequía extrema?
Según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), en 2023, dos países europeos, Moldavia y Ucrania, fueron los que presentaron un mayor riesgo de sequía a nivel global, ambos con un índice de riesgo de sequía ligeramente por encima de 4 (5 es el nivel máximo).
Sin embargo, la sequía extrema no es un problema exclusivo de Europa, sino que afecta a muchas otras regiones del mundo, especialmente en África, Asia y América Latina.
Algunos ejemplos de países que han sufrido o sufren sequías extremas son:
– Somalia: este país africano ha padecido varias sequías en las últimas décadas, que han provocado hambrunas, conflictos, desplazamientos y crisis humanitarias.
La última sequía severa se registró en 2023, cuando más de 6 millones de personas necesitaron ayuda humanitaria urgente.
– Australia: este país oceánico ha experimentado una de las sequías más largas y duras de su historia, que se extendió desde 2017 hasta 2020, y que afectó principalmente al sureste del país, donde se concentra la mayor parte de la población y la agricultura.
La sequía causó pérdidas millonarias, incendios forestales, escasez de agua y daños ambientales.
– México: este país latinoamericano ha sufrido una sequía histórica que ha afectado a más del 80% de su territorio nacional, y que ha generado problemas de abastecimiento de agua, reducción de la producción agrícola y ganadera, aumento de los incendios forestales y deterioro de los ecosistemas.
La sequía se ha agravado por el cambio climático, la sobreexplotación de los acuíferos y la falta de una gestión integral del agua.
¿Qué se puede hacer para enfrentar la sequía extrema?
La sequía extrema es un fenómeno complejo y multidimensional, que requiere de una respuesta integral y coordinada, que involucre a los diferentes actores y sectores relacionados con el agua.
Algunas de las medidas y recomendaciones que se pueden tomar para enfrentar la sequía extrema son:
– Prevenir y monitorear la sequía: se trata de anticiparse y prepararse para la sequía, mediante la elaboración de planes, protocolos y alertas tempranas, que permitan identificar los riesgos, las vulnerabilidades y las capacidades de cada zona, así como establecer los criterios y las acciones para la prevención, la mitigación y la recuperación de la sequía.
– Adaptarse y gestionar la sequía: se trata de reducir los impactos y mejorar la resiliencia ante la sequía, mediante la implementación de medidas de adaptación y gestión, que incluyan el uso eficiente y racional del agua, el fomento de la cultura del agua, la promoción de la participación y la cooperación, la protección y restauración de los ecosistemas, y la innovación y el desarrollo tecnológico.
– Aprender y comunicar la sequía: se trata de generar y difundir conocimiento y conciencia sobre la sequía, mediante la investigación, la educación, la información y la sensibilización, que permitan mejorar la comprensión y la toma de decisiones sobre el fenómeno, así como crear una ciudadanía activa y comprometida con el cuidado y la conservación del agua.
La sequía extrema es un fenómeno complejo y multidimensional, que requiere de una respuesta integral y coordinada, que involucre a los diferentes actores y sectores relacionados con el agua.
Es de suma importancia adquirir un papel activo que logre bajar el impacto ambiental y disminuya el efecto de la sequía.